Cada 22 de marzo, el mundo reflexiona sobre la importancia del agua como recurso vital. En México, esta fecha ha cobrado especial relevancia tras el anuncio e implementación de acciones concretas dentro del Plan Nacional Hídrico, con el objetivo de garantizar el derecho humano al agua, proteger el ambiente y modernizar el sistema de plantas de tratamiento de aguas residuales.
Estas acciones no son simbólicas. La inauguración de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Tlaxcala y el inicio de la Jornada de Saneamiento del río Atoyac representan el punto de partida para transformar la forma en que se gestionan los recursos hídricos en el país. Con una inversión total cercana a los 50 mil millones de pesos —24 mil millones de parte del Gobierno Federal y el resto por entidades estatales y municipales— se está impulsando una nueva era para el manejo del agua.
Introducción al Plan Nacional Hídrico
El Plan Nacional Hídrico (PNH) es una estrategia integral que busca resolver de fondo los problemas de sobreexplotación, contaminación y desigualdad en el acceso al agua en todo el país. Este plan establece un enfoque que combina justicia social, tecnología, eficiencia operativa y cuidado ambiental.
Uno de sus ejes clave es el fortalecimiento y construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, implementando tecnologías modernas como humedales artificiales, sistemas modulares y reciclaje de agua para actividades agrícolas y urbanas. Estas tecnologías permiten una operación más económica, segura y sostenible.
Además, el PNH 2024-2030 contempla una reingeniería profunda de las infraestructuras hidráulicas actuales y una nueva visión para la gestión del agua, en colaboración con gobiernos locales, empresas y la sociedad civil.
Ordenar concesiones para evitar la sobreexplotación
Uno de los desafíos más urgentes es el uso desmedido del recurso por parte de ciertos sectores. Por eso, el Plan incluye el ordenamiento de concesiones de agua potable, una acción que ya ha permitido recuperar 3 mil millones de metros cúbicos de agua. Esto equivale a tres veces lo que consume la Ciudad de México en un año.
Este proceso implica diálogo con Distritos de Riego y usuarios industriales, para lograr una redistribución equitativa del agua, priorizando el consumo humano. El control de estas concesiones es fundamental para frenar la sobreexplotación de acuíferos, mejorar la eficiencia en el riego agrícola y evitar conflictos por escasez.
En paralelo, se promueve el uso de agua tratada para actividades no potables, como el riego de parques, camellones y uso agrícola. Esta medida no solo reduce la presión sobre las fuentes de agua limpia, sino que también promueve la inversión en infraestructura de tratamiento.
Simplificación administrativa y transparencia
Para garantizar el éxito del Plan, se está apostando por una simplificación administrativa en trámites relacionados con la Comisión Nacional del Agua (Conagua). La digitalización, automatización y transparencia en los procesos son clave para agilizar permisos, concesiones y autorizaciones ambientales.
También se ha implementado un esquema de corresponsabilidad entre la federación, los estados y los municipios, que permite asegurar que las plantas de tratamiento operen con continuidad, incluso con presupuestos locales limitados.
Además, se exige a las empresas cumplir con las normas de descarga de aguas residuales. En caso de incumplimiento, se aplicarán sanciones. El enfoque ya no es solo normativo, sino correctivo y preventivo, lo cual es crucial para proteger cuerpos de agua como el Atoyac, el Tula y el Lerma-Santiago.
Programa Nacional de Tecnificación y Eficiencia Hídrica en el Campo
El campo mexicano consume cerca del 76% del agua disponible en el país. Sin embargo, gran parte de ese volumen se desperdicia por la falta de tecnología y mantenimiento. Por ello, el Programa Nacional de Tecnificación del Riego Agrícola es una de las piezas clave del PNH.
Este programa promueve el uso de riego por goteo, sistemas presurizados, captación de agua de lluvia y uso de agua tratada, lo cual reduce costos y mejora los rendimientos agrícolas. En Tlaxcala, por ejemplo, gracias al uso de agua tratada de la nueva planta, se podrán regar 300 hectáreas de cultivos en el Distrito de Riego 056.
Este enfoque no solo mejora la producción agrícola, sino que también reduce el estrés hídrico, mejora la seguridad alimentaria y fortalece el desarrollo rural sostenible.
Infraestructura hídrica para regiones con mayor estrés
México enfrenta una situación crítica de estrés hídrico en regiones como el norte del país, el Bajío y ciertas zonas metropolitanas. Por ello, el Plan Nacional Hídrico incluye inversiones en infraestructura hidráulica para estas regiones.
Estas obras incluyen plantas de tratamiento, acueductos, presas, sistemas de captación pluvial y nuevas líneas de conducción. Un ejemplo claro es Tlaxcala, donde se han rehabilitado 26 plantas de tratamiento, se construyeron 700 jagueyes, y se instalaron sistemas de captación de lluvia en comunidades rurales.
Estas acciones ya posicionan al estado en segundo lugar nacional en viviendas con acceso al agua, con un 99.31% de cobertura. La meta es replicar este modelo en más estados con condiciones similares de escasez.
Saneamiento de Ríos Prioritarios: Lerma-Santiago, Atoyac y Tula
Uno de los compromisos más contundentes del actual gobierno es el saneamiento de los ríos más contaminados del país. En este sentido, los trabajos se enfocan en tres sistemas fluviales prioritarios: río Atoyac, río Tula y cuenca Lerma-Santiago.
El caso del Atoyac es simbólico. Este río atraviesa 134 kilómetros y afecta a más de 4 millones de personas en Puebla, Tlaxcala y Estado de México. El diagnóstico de la Semarnat reveló que existen 1,095 descargas industriales, 100 tiraderos de basura, y 205 invasiones de zona federal en la cuenca.
Como respuesta, se ejecutan acciones clave:
- Construcción y rehabilitación de plantas de tratamiento.
- Implementación de humedales naturales como sistema de tratamiento pasivo.
- Sustitución de drenajes municipales por marginales conectados a sistemas de saneamiento.
- Fortalecimiento del marco regulatorio para evitar nuevas descargas contaminantes.
Además, se ha movilizado a más de 8 mil personas de 70 municipios para tareas de limpieza, retiro de cascajo y desazolve. Este tipo de participación comunitaria marca la diferencia, tanto en impacto ambiental como en educación social sobre el cuidado del agua.
Conclusión: Una visión de futuro para el agua en México
El Plan Nacional Hídrico no es solo una estrategia técnica; representa un cambio de paradigma hacia una gestión integral del agua que considera el desarrollo humano, la justicia social y la protección ambiental. Inversiones, tecnología y participación social son los pilares que sostienen esta transformación.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales juegan un papel central. Su modernización y correcta operación son esenciales para evitar la contaminación, garantizar la salud pública y devolver el agua a los ecosistemas y al campo.
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